El bus quedó en silencio cuando vieron quién iba al volante

El bus quedó en silencio cuando vieron quién iba al volante…

Cada madrugada, antes de que amanezca, Manuela Karolina se sube a su inseparable bestia de metal: un bus interdepartamental que cruza El Salvador de punta a punta. 🚍

Los pasajeros suben con sueño… hasta que la ven al mando. Entonces, las miradas se detienen y el murmullo cambia.

Algunos aplauden su entrega. Otros, todavía batallan con los prejuicios: un señor mayor incluso prefirió esperar otra unidad al no aceptar que una mujer condujera un motor así de potente. Pero no todos piensan igual. Una vendedora que viaja a diario con Manuela lo resume mejor: Trabaja duro y maneja con precisión; nos lleva a tiempo y con seguridad.

Manika como le dicen sus amigos, confiesa que a veces le pesan los comentarios, pero no la frenan. En dos décadas tras el volante asegura no haber recibido una sola esquela. Su récord habla por ella.

Esta no es solo la historia de una conductora: es la prueba de que el coraje no tiene género, y que en las calles de El Salvador las verdaderas guerreras también manejan buses.




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